Existen competencias que son necesarias para el desarrollo profesional de muchas personas. Independientemente del puesto que ocupe, un trabajador que desempeñe funciones relacionadas con la gestión, administración, dirección, atención al cliente, y otras muchas, debe saber gestionar eficazmente el tiempo, utilizar aplicaciones informáticas, conocer técnicas específicas de su profesión, etc. De este modo podríamos mencionar muchas competencias, algunas muy valoradas, otras menos. Pero probablemente no citaríamos la capacidad de expresar con eficacia nuestras ideas o describir con claridad los planes y proyectos que antes hemos diseñado y programado, ya sea en un documento o en nuestras mentes.
¿Cómo es posible que una habilidad de tal importancia no sea valorada en toda su dimensión?
Este fenómeno puede deberse al hecho de que las competencias relacionadas con la expresión oral en muchos casos no son identificadas con el rendimiento y los resultados de las organizaciones. Quizás por no estar directamente unidas al desarrollo de procesos productivos y organizativos.
Sin embargo, esto no ocurre en todas las culturas, empresarialmente hablando. En los entornos “americanos”, específicamente en los Estados Unidos y muchos países de América Latina, hablar bien es una preocupación de muchos profesionales. Incluso desde edades tempranas las personas estudian oratoria y otras materias relacionadas con la expresión oral.
Lo cierto es que en nuestro país existe, en general, una carencia en esta dirección. Podemos encontrar profesionales que aunque tienen buenas ideas, no saben expresarlas del modo más adecuado. Principalmente cuando disponen de un tiempo limitado y se dirigen a un auditorio.
Una idea, un proyecto, una estrategia, expuesta de manera deficiente pierde valor, un servicio mal explicado a un cliente potencial, es un servicio “amputado”. Y no solo me refiero al temor de hablar frente a un grupo, que a muchas personas, algunos excelentes profesionales, los invade y supera. También nos referimos a hablar mucho y decir poco, a dar una charla y no transmitir las ideas más importantes, a exponer un proyecto y no motivar, a “no vender” aquello en lo que creemos.
De aquí la importancia de saber hablar en público, conocer y dominar un tema y exponerlo de modo tal que se entienda. Que los que nos escuchan disfruten aprendiendo. Se motiven, participen y compartan nuestras ideas. Nos referimos al desarrollo de ponencias eficaces, que impactan en el público, despiertan su interés e incitan a la acción. Para lograr estos objetivos, no es suficiente con dominar la materia o asunto que se expone.
La capacidad de un profesional para generar un impacto positivo en su audiencia va mucho más allá de los conocimientos específicos que pueda tener sobre el tema a tratar. Indudablemente el dominio del tema es el primer paso para ganar la seguridad y confianza necesarias con el fin de realizar una buena ponencia. Pero la brillantez en la exposición y el éxito del ponente radican además en la puesta en práctica de técnicas específicas de comunicación verbal y no verbal. De igual modo se requiere una adecuada planificación y estructuración del mensaje. El ponente a su vez, debe tener la capacidad para autogestionar sus emociones, de forma tal que consiga llegar a la audiencia con eficacia generando un impacto positivo.
¿Cuántos aspectos? ¿Podré lograrlo?
Si te estás planteando estas preguntas, te diré que soy portador de una buena noticia. Sí, se puede aprender a hablar en público. Pero es un proceso de aprendizaje complejo, que requiere motivación, dedicación y práctica. Como hemos mencionado anteriormente, para llegar a ser un buen ponente hay que desarrollar competencias de diferente naturaleza. Esto hace el proceso de enseñanza-aprendizaje más complejo. Nosotros pensamos que para un número significativo de oficios y una cantidad sustancial de profesionales resulta importante poseer competencias relacionadas con la expresión oral. Eso sí, se debe considerar la necesidad de cada individuo, sus características y los objetivos que pretende cumplir con la puesta en práctica de dichas competencias.
Por la relevancia de este tema, y a modo de elemento motivador, queremos presentarles unas recomendaciones que pueden resultarles útiles a todas las personas que se propongan incrementar su capacidad de expresión y mejorar la eficacia de sus ponencias.
RECOMENDACIONES:
1 Practica mucho, la mejor forma de llegar a perder el miedo a hablar en público es comprobando que podemos hacerlo.
Resulta paradójico, recomendar combatir el miedo a dirigirnos a un auditorio, justo haciéndolo. Pero es la manera más eficaz de llegar a sentirnos seguro. Comprobar que podemos hacerlo. Por supuesto debemos comenzar con pequeñas intervenciones, de un impacto menor hasta llegar a convertirnos en un ponente de calidad.
2 Fórmate.
Cuando se expone un proyecto el éxito no es cuestión de suerte. Si no se adquieren conocimientos, habilidades y actitudes, entonces, ¿qué practico? Aprende nuevas técnicas, desarrolla competencias que puedas llevar a la práctica. De tal manera crecerás como ponente.
3 Utiliza adecuadamente los recursos.
Cada recurso o medio tiene su función como apoyo a la comunicación verbal. No se trata de utilizar todos los posibles, sino aquellos que se adecuan a la ponencia y al auditorio. Los medios no una vía que ayudan a expresar mejor las ideas, no el objetivo en sí mismo.
4 Prioriza.
Con mucha frecuencia disponemos de poco tiempo para trasmitir todos los mensajes. Debes priorizar y centrarte en aquellos que más impacto provoquen sobre el cumplimiento de los objetivos de la presentación.
5 Identifica el tipo de ponente que más se adecua a tus características.
Existen diferentes estilos de ponentes así como hay diversas formas de organizar una presentación. No intentes imitar a otros oradores. Selecciona las técnicas que más se adecuan a tus características personales. Te sentirás más seguro y serás más creíble.
6 Aprende de otros.
Observa a otros conferenciantes, analiza las técnicas y recursos que utilizan. Selecciona e incorpora aquellos que más interesante te resulten y que encajen con tus propias características.
7 Confía en ti. Tú puedes lograr mucho más de lo que piensas.
Para incrementar la seguridad cuando expones en público, es necesario identificar los factores que están incidiendo negativamente en tus niveles de autoconfianza. Entonces podrás intervenir sobre ellos. Existen técnicas y ejercicios para “combatir” las causas que generan inseguridad. Aprende a gestionar las emociones asociadas a estos comportamientos y podrás desarrollar todo tu potencial.
En cualquier caso, os animamos a que éste sea solo el comienzo de un proceso de aprendizaje e intercambio de experiencias que lo conviertan en un profesional que reflexiona, escribe y explica sus ideas con eficacia y excelencia. El camino es arduo, pero la recompensa lo amerita.